Alicia Reynoso, la enfermera que aún restaña dolores en Paraná, Entre Ríos, se entera que ha sido reconocida por la Justicia como la “primera mujer veterana de la Guerra de Malvinas” por el periodista de Semanario NOBA. Unas horas antes desconocía que la Cámara Federal de la Seguridad Social Sala II, le daba el derecho legítimo de romper un silencio de cuatro décadas. Alicia fue una de las catorce enfermeras de la Fuerza Aérea en el Hospital de Comodoro Rivadavia en el Conflicto del Atlántico Sur.
En 1980, la Fuerza Aérea incorporó mujeres en sus filas y ellas estaban en la fuerza como enfermeras. Cuando inició el conflicto bélico en 1982 les ordenaron movilizarse. Allá fueron, con el sentimiento de que “estábamos recuperando un pedacito de nuestra tierra y de que era un orgullo formar parte de esa gesta. Sin embargo, ninguna de las mujeres arribamos a las Malvinas, porque nos reubicaron en Comodoro Rivadavia para asistir a los heridos que irían llegando”, comenta Alicia.
Tras una lucha que lleva 23 años para visibilizar la labor de las mujeres durante la Guerra de Malvinas, el pasado 6 de mayo Reynoso fue reconocida oficialmente como veterana de guerra por un fallo de la Sala II de la Cámara de la Seguridad Social.
Alicia participa, junto a Stella Morales y Ana Masitto, del documental de Federico Strifezzo "Nosotras también estuvimos", que cuenta el reencuentro de algunas de las enfermeras que atendieron a los heridos en Malvinas desde un hospital móvil ubicado en Comodoro Rivadavia.
“Puede más la indiferencia de tu gente, que la bala más voraz del enemigo”- Ciro y Los Persas.
Atrás quedaron los amargos recuerdos cuando en el desfile del Bicentenario de la Independencia (2016) intentaron no dejarlas desfilar, o cuando algún imbécil veterano las quiso sacar del brazo de un acto.
“Las mujeres estuvimos codo a codo con los hombres en todo momento de la historia. Ni adelante ni atrás: a la par. Así sucedió en Malvinas, porque dudo que los combatientes pudieran abrir la panza de un compañero para curarlo, así como yo no hubiese podido volar un avión. Sin embargo, tenemos una cultura que niega a las mujeres y que buscó borrar nuestra identidad de la historia. De hecho, ningún gobierno nos recibió ni nos escuchó. Y menos aún recibimos una pensión, luego de que el gobierno menemista implementara la ‘Regla de las Millas’, que implicaba que quien no cruzara determinada cantidad de millas no era reconocido como veterano”, comenta Alicia.
“‘Vengo a recuperarme y vuelvo a la Isla’, nos decían los soldados. Pasaban hambre y frío, pero querían regresar porque tenían a sus hermanos en las trincheras. Durante las madrugadas llegaban los heridos con un gran dolor físico, es cierto, pero sobre todo a los soldados les dolía el alma. Entonces, también hacíamos de madres, de hermanas, de psicólogas, porque al deseo de recuperar Malvinas se le mezclaba la desesperación que tenían por retornar a sus hogares. Todavía hoy escucho el único grito: ‘Mamá, mamá, mamá’, que retumbaba en los pasillos”, expresa la veterana de guerra.
“No me ofende que me digan veterana, porque aparte soy una veterana de Malvinas y es un orgullo”, a lo que agregó en relación al legado de las Islas: “Si nosotros apostamos a dar, creo que todo vuelve. Los que quedamos con vida tenemos que seguir entregando la posta a aquellos que no lo vivieron, pero que lo van a defender tanto o mejor que nosotros. Malvinas es de todos. Malvinas es de todas. No debemos olvidarnos”, explica Reynoso a Semanario NOBA.
Alicia agradece a “Dios y a Nuestra Señora de Loreto” que los tiempos han cambiado y asegura que las enfermeras de Malvinas y su lucha, aportan otra mirada al conflicto de Malvinas y a la igualdad de género. Tiene recuerdos de nuestra ciudad. “Sí, conozco San Nicolás porque estuve en su Feria del Libro. Fui invitada por una amiga querida (la escritora Antonia Russo) y por el Santuario de la Virgen del Rosario”.
Con orgullo de soldado
Luego de la guerra, la enviaron a Córdoba. Estudió en el Escuadrón de Cursos Especiales que funcionaba en la Escuela de Aviación. Obtuvo el grado de alférez.
En 1986 se casó, pero como lo hizo con un subalterno, debió renunciar a su grado. La reincorporarían como personal civil. Actualmente está separada, tiene dos hijas y dos nietos.
En 2004 y 2007 participó de dos misiones de los Cascos Azules en Haití, en el mismo hospital de campaña que se había armado durante la guerra de Malvinas, el que a lo largo de los años participaría en diversas misiones internacionales de paz.
Luego de 37 años regresó a Comodoro Rivadavia, al lugar donde estaba emplazado el hospital y, con sorpresa, hallaron una de las estufas que entonces utilizaban. “Estaba tal cual como en 1982”, contó.
Actualmente, trabaja en la II Brigada Aérea de Paraná y participa activamente de la campaña de vacunación antigripal a adultos mayores en la aldea Grapschental, un pequeño poblado fundado en 1886 por alemanes del Volga en la provincia de Entre Ríos. Allí viven entre 30 y 40 familias, con muchas personas mayores que, en tiempos de pandemia, requieren un cuidado especial por ser pacientes de riesgo. Esa es la nueva misión de Alicia y con espíritu de Malvinas: Hasta vencer.
Sobre su experiencia en esta nueva etapa, agrega: "Ha sido un año difícil para todos y sobre todo para aquellos que ejercemos todavía la profesión. Somos conscientes de la edad que tenemos, de los peligros que corremos. Yo también soy personal de riesgo, soy mayor, hipertensa, con un ACV recuperada".
Alicia en el País de la Pandemia
Sin embargo, para Alicia hay un tema que la inquieta y al que desea darle relevancia: "Yo rezo para que los ciudadanos y ciudadanas tomemos conciencia y no hagamos de esta pandemia un partido político, llevando agua para el molino que conviene. Esto es un problema mundial y la salud nos atañe a todos y no podemos andar pidiendo que salgan, diciendo que no sirven las vacunas, diciendo no hagan caso cuando se nos están yendo muchos argentinos y argentinas y eso nos tiene que doler a todos".
Y concluyó: "Nuestros compañeros de la sanidad no dan más. La única manera de homenajearlos y respetarlos es valorar su trabajo, su profesión, cuidándonos, y aquellos que tienen la función de conducir reconocerlos como profesionales y pagarles el sueldo que dignamente se merecen".-
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