La letra "e": ¿La verdadera inclusión?
Por Luis Simonetti.
Día a día nos sorprendemos inmersos en un tsunami de información que no nos deja pensar demasiado sobre que es realmente lo importante. Sin darnos cuenta caemos en confusiones o trampas que nos van llevando a un camino peligroso del cual cada vez será más difícil regresar.
Hablamos de inclusión y escuchamos a los jóvenes tratar de imponernos un lenguaje "inclusivo", suponiendo que con eso vamos a solucionar el problema. Creen y quieren hacernos creer, que con cambiar una letra cerraremos esa "grieta" entre masculinos y femeninos, creyendo que de esa manera daremos fin al problema separatista. Y se olvidan de lo importante. O quizá lo desconocen.
"[i]Eses persones, jóvenes y jóvenas, adolescentes y adolescentas, chiques por lo general[/i]", no se dan cuenta que distorsionan una de las lenguas más ricas del mundo, queriendo imponer una estupidez idiomática. Tal vez no han tenido una verdadera educación.
Esa educación de la verdadera inclusión, la de hablarle con respeto a un anciano, ayudarlo a cruzar una calle, o levantarle algo del suelo cuando se le cae.
Hablarle con dulzura a un niño, o llamando la atención respetuosamente a quien comete una infracción, con amor a tu pareja y con ilusión cuando hablas del futuro de tu comunidad.
¿Queremos ser más inclusivos aun? Propongamos proyectos, aprendamos el lenguaje de las señas, o el sistema "Braile" para comunicarnos con nuestros conciudadanos sordomudos o no videntes. Y podemos ir más allá, incluyendo a los sin trabajo, sin sueños, esos realmente fuera del espectro social.
Seamos ejemplos en nuestros propios procederes, y de esa manera incluiremos al otro, porque pensamos en que muchas veces ese otro es el destinatario de nuestras propias actitudes, de nuestras propias decisiones. Pensemos en que la verdadera inclusión no es cambiar letras... es cambiar actitudes en serio.