Raros tiempos
"Raros son esos tiempos felices en los que se puede pensar lo que se quiere, y decir lo que se piensa".
El epígrafe de la Gaceta de Buenos Aires, era una frase de Tácito que decía: “Raros son esos tiempos felices en los que se puede pensar lo que se quiere, y decir lo que se piensa” ("Rará temporum felicitate, ubi sentire que velis et que sentias, dicere licet."). La Junta de Mayo, el primer gobierno patrio, el 29 de mayo creo el Ejército Argentino y nueve días después, en medio de un nuevo mundo, la primera publicación revolucionaria bajo la conducción de Mariano Moreno. En la Argentina hoy, en homenaje a la aparición de La Gaceta de Buenos Aires, se conmemora el Día del Periodista.
[b][i]"[...] Desengañémonos al fin que los pueblos yacerán en el embrutecimiento más vergonzoso, si no se da una absoluta franquicia y libertad para hablar en todo asunto que no se oponga en modo alguno a las verdades santas de nuestra augusta religión, y a las determinaciones del gobierno, siempre dignas de nuestro mayor respeto. Los pueblos correrán de error en error, y de preocupación en preocupación, y harán la desdicha de su existencia presente y sucesiva. No se adelantarán las artes, un los conocimientos útiles, porque no teniendo libertad el pensamiento, se seguirán respetando los absurdos que han consagrado nuestros padres, y han autorizado el tiempo y las costumbres [...][/i][/b]
[b][i]"Si se oponen restricciones al discurso, vegetará el espíritu como la materia y el error, la mentira, la preocupación, el fanatismo y el embrutecimiento harán la divisa de los pueblos y causarán para siempre su abatimiento, su ruina y su miseria"[/i][/b]. Gazeta de Buenos Aires, 21 de junio de 1810.
Hace tiempo atrás, la noticia era el producto. Ahora los productos son noticia. El excedente de capital en algunas actividades ha posibilitado que empresarios se hagan de la propiedad de los medios. El comercio y los intereses propios – en detrimento del interés general- llegaron a los micrófonos y a las redacciones. Los periodistas cambiaron su natural avidez de leer, por dos perniciosas y nuevas costumbres: facturar y hablar de ellos mismos. Bienvenidos a la demolición del paradigma de la independencia.
Gabriel García Márquez, primero periodista y después Premio Nobel de Literatura, aseguraba que “el oficio no logró evolucionar a la misma velocidad que sus instrumentos, y los periodistas se extraviaron en el laberinto de una tecnología disparada sin control hacia el futuro. Es decir, las empresas se han empeñado a fondo en la competencia feroz de la modernización material y han dejado para después la formación de su infantería y los mecanismos de participación que fortalecían el espíritu profesional en el pasado. Las salas de redacción son laboratorios asépticos para navegantes solitarios, donde parece más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el corazón de los lectores. La deshumanización es galopante”. Si hoy la tecnología y la publicidad es el dogma imperante en los medios por sobre los recursos humanos, bienvenidos a la demolición de otros de los paradigmas: la ética humana.
“Los cínicos no sirven para este oficio” tituló su libro el periodista polaco Ryszard Kapuscinski. Y le gustaba decir en las entrevistas que “para los periodistas que trabajamos con las personas, que intentamos comprender sus historias, que tenemos que explorar e investigar, la experiencia personal es fundamental. La fuente principal de nuestro conocimiento periodístico son los otros. Los otros son los que nos dirigen, nos dan sus opiniones, interpretan para nosotros el mundo que intentamos comprender y describir. No hay periodismo posible al margen de la relación con los otros seres humanos. La relación con los seres humanos es el elemento imprescindible de nuestro trabajo”.
Cuando hoy, alguien con poder sempiterno y con la excusa de agasajar, sirva un desayuno o llene el plato de comida de un periodista, estará invitándolo a vivir del lado más cómodo de la profesión: escribir gacetillas. Cuando se haya terminado la fiesta, su nombre va a estar por primera vez en una lista de la que solo se sale expulsado. Y todo empezará de nuevo, como cada día, con la pantalla en blanco pero habiendo entendido que en las historias ajenas y en la propias, nada es gratis.